Entre la deconstrucción cubista y el desgarro expresionista “El bombardeo” de Eleuterio Bauset (1937) reproduce la masacre que tuvo lugar en la carretera de Málaga a Almería en el mes de febrero de 1937. Una carretera, la N-340, que desde entonces fue bautizada popularmente como la carretera de la muerte, y que fue cruel escenario de la conocida como La Desbandá, en referencia a evacuación desesperada de una ingente masa de población civil que a finales de enero se habían congregado en la capital malagueña procedentes de las sierras de Cádiz, Sevilla y del resto de poblaciones del interior malagueño, llegando a triplicar en cuestión de pocos días la densidad de población de Málaga.
El 6 de febrero de 1936 el ejército de las tropas golpistas, junto a sus aliados nazifascistas, asomaban ya por las sierras que circundan la ciudad de Málaga y se producían los primeros cañonazos sobre la población y tras decretar las autoridades republicanas de la localidad su propia espantá las puertas de la ciudad quedaron abiertas a los facciosos, que entraron triunfalmente y sin oposición al día siguiente, 7 de febrero.
Pero el acoso no terminó aquí; no satisfechos con la toma de la ciudad y su puerto, y siguiendo las estrictas consignas de depuración ideológica y exterminio para la regeneración de la patria Patria que empezaba a despertar establecida por los golpistas el acoso y derribo continuó a lo largo de los 200 km de esa carretera, que serpentea encajonada entre el Mar de Alborán y los últimos contrafuertes penibéticos hasta Almería, puerto y núcleo urbano que se mantuvo fiel al legítimo gobierno republicano hasta el final de la contienda. Un acoso y derribo llevado a cabo de forma inmisericorde y, literalmente, por tierra, mar y aire por parte de las tropas, la aviación y la marina nazifascista, legionarios y regulares marroquíes al servicio de la causa nacional. Un acoso y derribo sobre una población civil indefensa y extenuada, después de meses de huida por caminos, campos y sierras, cargando con lo puesto.
La familia de La Desbandá contempla aterrada la aviación; el padre intenta proteger al hijo. El semblante de la madre y su cuerpo inclinado sugieren ha fallecido. En un macuto guardan sus únicas pertenencias. El mar y una escasa vegetación son testimonio de esta ejecución.
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