Duérmete, mi niña,
cierra los ojos
e intenta dormir,
que si te ven despierta
por ser curiosa,
tus zapatos
al alba podrían
seguir estando solos.
Duérmete, mi niña,
con la ilusión intacta
y puedo prometerte
que a lo largo
de esta noche
obrará la magia
para que mañana,
al despertar,
lo que pediste
en tu carta
se haya hecho realidad.
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