lunes, 6 de enero de 2025

PINTURA: BERTHE MORISOT


La psique
de Berthe Morisot muestra a una joven mirándose en un gran espejo de pie. Este tipo de espejo de tocador sobre un bastidor que permitía abatirlo hacia arriba o abajo como el de la pintura se llama psyché en francés. Aquí se coloca entre dos ventanas y toda la escena está bañada de luz matutina. La joven está completamente absorta en la contemplación de sí misma. Aún en ropa interior, parece estar vistiéndose, abrochando un cierre en la parte posterior de su enagua, calculando para la colocación del corsé, una manga de la camiseta se ha deslizado del hombro. La pintura, ejecutada con una exquisita factura de suaves toques y una intensa luminosidad, nos muestra a una joven vistiéndose pausadamente en la soledad de su habitación. 

Morisot aplica las pinceladas con mucha holgura. Rayas y motas dibujan el patrón de la alfombra granate que cubre el suelo. Los muebles, el espejo y el sofá de la derecha tapizado a juego con las cortinas, están notablemente desenfocados. El gran espejo de marco alto, recortado por la parte superior del cuadro, muestra con su reflejo un cuadro dentro de un cuadro.

Al otorgarle el título de La psique, Morisot permitió que su pintura trascendiera la descripción puramente objetiva. El título es también una referencia al mito de Psique y Cupido. Psique era tan hermosa que temía que nadie se atreviera a casarse con ella. Sin embargo, los dioses la habían predestinado para un dios inmortal, que resulta ser Cupido, pero a quien no se le permitió ver por ser mortal. Sin embargo, cuando ella trató de verlo en secreto, los dioses prohibieron la unión. Después de una serie de pruebas impuestas por una Venus celosa, cayó en un sueño diabólico. Al final, sin embargo, Cupido, que se había enamorado, pudo casarse con ella. Cuando la tocó con sus flechas, la muchacha sufrió una metamorfosis y fue llevada al reino de los inmortales.

El símbolo de Psique y su metamorfosis era la mariposa, simbolizando el alma inmortal pero también inmutable, pasando de una forma a otra. En el siglo XIX, el símbolo también se representaba a menudo como una mujer joven con alas de mariposa, algo que se puede ver sugerido en la pintura de Morisot en la posición de los brazos de la figura de perfil.

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