Enviamos saludos
y adioses
a través del teléfono,
creyendo ingenuamente
que la tecnología
nos mantiene unidos.
Y no es así,
nada ha cambiado
en ese sentido:
Es la falta de cariño,
el egoísmo
y el quebrantamiento
en el respeto
lo que pasa factura,
no la compañía telefónica.
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