Había una vez un mundo
firmemente partido:
por un lado el corazón
y la sabiduría
por el otro lo serio
y la frivolidad
aquí lo material
y lo espiritual
allí la verdad y la mentira,
todo bien ordenado
como en ciertas pinturas de Klee.
Pero hay un punto
en el que hasta el hierro,
cede en su resistencia
al igual que las conexiones
o las soldaduras.
Así aquél mundo ha colapsado
y pasado a mejor vida,
de los restos solo han quedado
los premios a la mediocridad
y sublimar la mentira.
Dicen que en pequeños
reductos de resistencia
aún sobreviven
los valores positivos
por los que deberíamos
regirnos los humanos,
la duda es si saldrán adelante
en condiciones tan adversas.
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