A veces la vida
nos pasa por encima
y la excepción
se convierte en norma
alejándonos de la esencia
de las raíces...
Por eso el mundo
tendría que cambiar
debemos desandar el camino
desaprender lo aprendido
e inventar un triángulo
sin aristas
de matemáticas imperfectas
como impulso
de transformación
volver a lo colectivo
y al futuro navegar
por el ecosistema
de sentimientos
y en cada latido
llamarnos
escucharnos
abrazarnos
reconocernos
recordar lo importante:
que la dignidad
nunca tiene precio,
que hemos de salvarnos
en conjunto
y al mismo tiempo
para sembrar la esperanza
en la voz de nuestros hijos
porque las caricias
enseñan muchísimo más
que las cicatrices.
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