Emilio Baz Viaud pintó a una suicida, que en un ambiente sombrío, decidió terminar con su existencia al aventarse de un edificio aguamarina de cuatro pisos, desde la azotea, en la cual se ve a un hombre con los brazos en alto, que en primer instancia parecería que la ha empujado, sobre todo porque Emilio Baz tan sólo lo ha pintado como una oscura y lejana figura grisácea, pero en realidad su expresión la motiva el susto de ver cómo se desploma el cuerpo femenino hacia el vacío, cuyo cabello y vestimenta vuelan hacia arriba por el efecto de la caída, es decir, la resistencia que produce el aire al ser “roto” por la acelaración que alcanza el cuerpo que desciende; además la carta que cae junto a la mujer detalla que ella no culpa a nadie por este fatal evento.
Este cuadro tiene como antecedentes en el arte mexicano moderno el Suicidio Premeditado de Agustín Lazo así como el Suicidio de Dorothy Hale de Frida Kahlo. En los tres casos son mujeres quienes deciden poner final a su existencia, pero a diferencia del de Lazo y Kahlo en que las damas parecen mujeres de alta sociedad y cuya representación de su acto suicida, aparece como congelado, en el caso de Baz Viaud, la mujer no se ve de edad avanzada e incluso parece provenir de la clase media, tanto por su vestimenta como por los edificios que componen el paisaje urbano de la escena.
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