Como las lágrimas
de una madre
ante el cadáver
de su hijo en la morgue,
como el exiliado
ante la tierra prometida,
como el mendigo que remueve
los cubos de basura
con mecánica precisión,
como las colas tristes
del paro,
como la multitud
ciega de espanto
huyendo de los bombardeos,
como el osario olvidado
en una cuneta...
Así es mi rezo
sacrílego a la nada,
la oración de quien quiere
creer bajo las bóvedas
de un mundo
que se desmorona
dócilmente,
la plegaria de quien
no es capaz de encontrar
respuestas que cieguen
los ojos de la derrota.
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