Cuando menos lo esperas,
suele decir la gente,
la sorpresa aparece
con sus dientes de anís.
Cuando menos lo esperas,
si te fijas un poco,
verás que el aire lleva
gaviotas y mensajes…
Pero ya no van conmigo
esos viejos asuntos.
El aire lo que arrastra
son lluvias y tristezas heridas
y yo no quiero verlo
cruzar como un bandido
tan guapo y tan azules
sus ojos venenosos.
Esta fresca mañana
desde donde ya se vislumbra
el final de un año desastroso,
cuando rozan los árboles
de puntillas las nubes
junto a tanta miseria,
tan fría ternura,
yo dejo mi impotencia,
mi personal naufragio
entre estos pliegues olvidado…
Aunque mi cuerpo caiga
doblemente desnudo
en ese traje roto
que luego es un poema.
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