miércoles, 16 de octubre de 2024

REFLEXIÓN: ISLEÑOS


Somos aquello que decidimos y a lo que renunciamos y somos también el sitio en el que nos hemos criado, o donde echamos raíces. Yo me siento canario: cultivo el orgullo de saber de dónde soy y que soy de barrio; que tengo la suerte de reconocerme de unas islas que amo y que siempre han sido capaces de acoger a cualquiera. Hay quien explica la pertenencia con sofismas complejos y citas a los clásicos y hay quien la explica por oposición a los demás, pero se entiende mejor con esas cosas tan sencillas y a priori apartidistas: el sabor de las naranjas del país, un volcán allá arriba o la mar allá abajo, y la brisa del alisio a ciertas horas.

Esa identidad, que es fraternal, la comparto con otros miles para los que ese mar es una manera de ser y que saben qué es lo que se siente cuando ves un determinado paisaje porque lo llevas en las venas. Eso se sabe: seas de pueblo o de arrabal, de campo o de ciudad. Ser canario es una manera concreta de ver la vida, alegre y dramática a la vez. Expresiva y acogedora. Festiva hasta en su reivindicación y satírica consigo misma: porque hace falta la inteligencia de muchos para saber que no conviene tomarse las cosas demasiado en serio. Por eso me preocupa mucho que desde la política, se intente desvirtuarlo todo, se pretenda manipularnos de una manera tal que se nos fabrica un mundo donde se supone que nos preocupan las cosas que a ellos les interesa que nos preocupen. Para que terminemos siendo lo que les interesa que seamos, olvidando lo que siempre hemos sido. Nuestra identidad se ha fabricado con la aportación de numerosas culturas y gentes venidas de fuera. También creció con la necesidad de irnos fuera para buscarnos el sustento o la dignidad. No ha importado, porque cuando asumes la condición de isleño, es que la isla te ha atrapado y transformado por dentro. Y ahí permanecerá siempre. Así que se puede ser de aquí si amas la isla, independientemente de dónde hayas nacido: ese es el verdadero paraíso de Canarias y es un sentimiento que debe airearse cuando los intereses particulares ponen en peligro nuestro entorno. Para seguir siendo lo que somos, hemos de saber proteger la naturaleza que nos ha moldeado y que sigue siendo una de nuestras referencias. Somos una sociedad acogedora, pero también un territorio pequeño que ha crecido poblacionalmente de una forma desproporcionada. Hay dedos que nos señalan a los que avisamos de este peligro, pero no se trata de rechazar porque sí a nadie, la auténtica cuestión es que vamos a fracasar socialmente si no conseguimos un equilibrio entre recursos y población, entre desarrollo y conservación. 

Hoy hay canarios de todas las razas y de muchas procedencias diferentes, basta con visitar los colegios públicos para comprobarlo. Todos y todas lo son, si así lo sienten y es una maravilla verlo. Pero hemos de ser conscientes de nuestras limitaciones de cara al futuro. 


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