La soledad que me embarga
a lo largo de cada jornada,
supongo que es el precio
que se ha de pagar
por sobrevivir a una guerra.
Se ha convertido en mi refugio,
ojalá que esta sensación de calma
se extendiera por el mundo,
aún siendo inevitable
que sigan habiendo sombras
que avergüenzan a los ojos.
Pienso mucho en estas cuestiones
cuando la luz del amanecer
muestra la arquitectura de la luz.
Nada puede salvarnos
de que la tristeza nos invada,
pero hay que saber dejar atrás
todo lo que nos cause sufrimiento.
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