domingo, 13 de octubre de 2024

POESÍA: EL LLANTO


El llanto fue nuestra

primera palabra.

El primer grito de llamado

al ausente y cálido

refugio conocido.

La terrible expresión

de la primera soledad

del cuerpo expatriado

de su mundo visceral

y palpitante.


El frío fue nuestro

primer encuentro.

El frío, el dolor y la sangre.

Nacimos entre sangre y llanto;

cortados a raíz y tajo

de la única patria

intransferible

de hueso y carne.


El llanto fue nuestro

primer idioma.

La sonrisa vino después,

quizás nacida entre sueños,

al recuerdo de días

anteriores al exilio,

junto al calor de un cuerpo,

o de la tibia lana,

que fingen el dulce clima

del sitio antiguo

que añoramos siempre

y al que volvemos,

efímeramente,

entre el sueño y el orgasmo.


El llanto fue también

nuestra primera protesta,

el primer canto de denuncia

contra la miseria, la inermidad,

y el desamparo descubiertos.

Primera y perenne palabra,

el llanto ha de ser,

también la última.

Sin sonido, quizás,

al despedirnos.


Entre las dos:

La vida.

La vida, ahí,

sin que sepamos

si ha sido algo más

que esta primera

y última palabra.

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