Keiko Ogawa (1974) nos ofrece temas intimistas con figuras solitarias que son a menudo autorretratos. Obras de pincelada rápida y fresca que nos recuerdan al Realismo español.
Establecida en Barcelona desde el año 2005, los temas de sus obras son intimistas, figuras solitarias (muchos autorretratos) en interiores donde a menudo destacan elementos arquitectónicos del Ensanche Barcelonés. Sus composiciones y la geometría de los suelos hidráulicos confieren un orden visual que contrasta con su técnica de aspecto esbozado y el carácter abstracto de su valiente, tanto de colores como de gesto, pincelada. La utilización de los colores cálidos y vivos, ayuda a crear una atmósfera del llamado realismo mágico. La pintura de Keiko Ogawa se acerca más al simbolismo que al realismo. La artista nos quiere transmitir valores como la espiritualidad, la reflexión, la observación, el aprendizaje, la calma, pero no a través de un idílico entorno natural, sino viviéndolo desde un mundo urbano que ella se ofrece a embellecer.
En sus composiciones observamos una gran capacidad de crear ambientes entrañables y mágicos, donde el mundo real, el ideal y el de los sueños se confunden. Su paleta de tonos naturales y cálidos, con el añadido de un poderoso juego de luces y sombras y un trazo ágil, apasionado y valiente, dota sus obras de sentimiento y belleza.
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