martes, 29 de octubre de 2024
PINTURA: KEES VAN DONGEN
En esa época, como Picasso, a quien conoció hacia 1905, Kees Van Dongen exploraba la cultura popular en sus temas: la calle, gente de feria, bailes, cafés, el music-hall, la noche. Con sus cuatro siluetas deslizándose veloces sobre los adoquines, La Pluie (1904) se sitúa en este efervescente contexto donde se formaron todas las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX. Ligeramente curvadas bajo sombrillas que forman un patrón decorativo paralelo a la línea media del horizonte, las figuras flotan sobre el suelo inundado de la calle mientras tienen un anclaje particularmente fuerte. Con su rostro expresionista, la figura de la cabeza de cara al espectador acentúa este anclaje vertical que dinamiza las horizontales. El enérgico empaste de la pintura aplicada con espátula contribuye al expresionismo difuso de la escena; es transmitido por el color, principalmente por el poder del negro. Potente, el negro no deja de tener una luminosidad llamativa. Esta es la genialidad de Van Dongen, que consigue dotar a esta escena de lluvia parisina de destellos de luz en el curso de los toques de blanco, ocre amarillo y gris azulado.
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