Los gatos,
inmortales
de modo tan humilde,
retan al tiempo, duran
atravesando las vicisitudes,
sin saber de la Historia
que levanta edificios
o los deja abismarse
entre pedazos.
Muy por encima
de negativos tópicos,
bellos por sí mismos,
apoyos nobles
de esas figuras: libres.
Mirada fija
de unos ojos intensos
en soledad,
en ocio, y luz remota.
Rubia piel
y calma iluminada.
Erguido junto a un mármol,
superviviente
resto de columna,
alguien feliz y pulcro
se atusa con la pata
relamida.
Gatos.
Frente a la Historia,
Sensibles, serios,
solos, inocentes.
Los quiero.
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