Somos los pobres idiotas
que perdieron el último tren,
los que nos quedamos
en la estación vacía
una oscura y amarga tarde
mirando a la nada.
Somos los que marchamos
a ninguna parte
y por eso nos hemos
quedado aquí
con un puñado
de metáforas viejas
gastadas por el uso,
esas palabras que otros
usaron mucho antes
y bastante mejor
para lanzar mensajes
que ahora ya son inútiles.
Nos quedamos
olvidados por todos
los que se fueron,
aquí donde nunca
se fraguó ninguna gesta,
ni sucedió nada
que fuese digno
de recordar en los libros,
vacías calles sin historia
llenas de perdedores,
de hombres que gastaron
inútilmente su existencia.
Intentamos forjar algo
parecido a la vida
y resulta que nos quedamos
con la única compañía
de unos muertos insignes.
Ya nada tendremos
de todo lo soñado,
pero aprovechamos
las últimas energías
para mostrar un poco
de dignidad en la derrota.
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