El vino donde la vida
encuentra pruebas
de lo que muere,
briznas de la distancia
que hace de nuestros actos
oficio en despedida,
zanja donde la noche
se hace omnipresencia.
Así también sorprende
la palabra
la luz que recupera
de lo no perdurable,
de lo ajado,
el súbito destello, la conjura
que atenúa el desastre
que el tiempo nos concede
trocando en vida intensa
fotogramas
de todo lo que huye.
De nada sirven los relojes
cuando la vida encuentra
la contención del arte,
cuando las letras alzan
la dimensión de lo que anduvo
condicionando el gesto
en otros años.
Juega con la memoria,
tal vez inmortalice su oleaje.
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