Es una cueva que anda
con el peso
de no detenerse.
Su espalda pesa,
reposa los insultos,
las piedras arrojadas
la memoria de la respiración
agitada detrás de un burka.
Es una cueva de silencios
y susurros,
jadeante al terminar el día,
de cuerpo sediento,
impenetrable por la lluvia
(refugio de mujeres
amordazadas
hasta los sueños)
Es una cueva que anda
con el peso
de no detenerse,
de pies desgastados
que la sostienen,
y manos atadas
luchando entre sí,
para agarrar un lápiz,
en vez de un pedazo de pan
o una sortija de matrimonio.
¿Es una cueva pesada
o una cruz?
No lo sabe.
No es Jesús,
pero la han crucificado,
y en esa cruz de siglos,
solo hasta ahora,
los clavos
empiezan a caerse.
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