La obra de Berta Solano indaga en la presencia de figuras sobre paisajes lunares y playas idílicas. Son personajes anónimos que caminan sobre un espacio infinito. En sus cuadros combinan en equilibrio la abstracción en los fondos y la figuración en primer plano. Es la figura humana la protagonista indiscutible y todo el juego de matices que aporta la pintura abstracta sobre la que se asienta así lo potencia.
La luz de sus cuadros, paisajes abstractos y figuras hiperrealistas caracterizan su obra. Juega con el claroscuro y la dirección de las sombras creando un espacio tridimensional en el plano del lienzo. El estilo varía según el motivo. De un hiperrealismo claro pasamos a imágenes menos lamidas y de factura más expresionista. En cualquier caso, la artista recrea momentos familiares, de personajes cercanos con los que nos sentimos identificados. El hecho de que los presente de lado o de espaldas, en escorzos donde el rostro no se deja ver, hace que nuestro deseo de convivir con estas piezas aumente pues las sentimos como propias. En la gama cromática aparecen sentimientos de sosiego y calma, de esos momentos que nos inspiran lo vacacional y familiar. Los colores cálidos predominan y los fríos aparecen, pocas veces, aportando frescor a la escena.
“Recuerdo con cariño aquellos días de la infancia en los que jugábamos a ser mayores. Nos refugiábamos pensando en que cuando creciéramos todo iba a ser más fácil. Un día ese juego se hizo realidad, crecimos y nos dimos cuenta de que no era tan divertido ser mayor. Ahora pasamos los días jugando a recordar lo que era ser pequeño, intentando verlo todo con el prisma de la inocencia . Y a veces, solo por un instante, lo conseguimos. En mis cuadros trato de que esa esencia de la infancia permanezca perpetuada en el lienzo, para que siempre tengamos la oportunidad de volver y recordar que hubo un tiempo en el que solo importaba disfrutar” (Berta Solano).
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