La auténtica revolución
está en un sentimiento
que llevamos
en nuestros corazones.
Hay que luchar por ella
con la cabeza alta
y la dignidad posada
dentro del pecho.
En esta lucha
la toalla no se tira;
se recoge, se lava
y se dobla
con cuidado
para que siempre
esté limpia.
El pulso del amor
es capaz
de transformarlo todo.
La necesidad de amar
no tiene por qué
acabarse nunca
si amas
de verdad la vida
y lo que merece
ser amado.
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