martes, 16 de julio de 2024

REFLEXIÓN: MIRARSE AL ESPEJO


Cada día me miro al espejo y me veo como siempre... Hasta que en uno de ellos, sin saber muy bien por qué, noto los cambios, que aparecen todos de golpe y porrazo. Ya no soy físicamente el mismo, el proceso de envejecer estaba ahí y no me daba cuenta hasta que mis ojos se han decidido a verlo. No pienso tampoco ser negacionista en esta cuestión tan íntima y personal. Me alegra estar envejeciendo, sobre todo cuando pienso en la otra opción que me quedaba. Una vez aceptado esto, lo que no pienso hacer tampoco es envejecer por dentro. Quizás en ese sentido lo tenga más fácil, porque mi forma de vivir ha optado por la tranquilidad y la sencillez y desde hace años para ciertos cánones de vida, me comporto como un viejo. Allá cada cual con su concepto de vida social, yo estoy muy bien con el mío.

Es cierto que unos envejecen mejor que otros, según vengan de fábrica o según el distinto rigor con que los haya tratado la vida, pero tengo la convicción de que a partir de cierta edad uno ya no cumple más años, solo cumple salud o enfermedad, optimismo o derrotismo, proyectos todavía o cabreo, sueños o deserciones. Son los demás quienes te hacen viejo. El postre es lo más dulce y en las sobremesas siempre se guarda para el final, en este sentido uno corre el peligro de que le conviertan en el flan de la casa. Niégate. De lo contrario dispón ya la cerviz para el descabello. Si vives, que te dejen vivir como a ti te guste. Si no lo hacen, elígete a ti primero. Igual más adelante dependerás de los demás, pero mientras elige vivir como quieras, tengas la edad que tengas. Las arrugas no son bellas, esa frase era solo una gilipollez publicitaria... Pero hay otras cosas mucho más feas en el mundo y no tienen nada que ver con la edad. Al fin y al cabo, todo queda compensado si un día te paras a mirarte al espejo y lo que ves reflejado en él, arrugado o no, es relativamente una buena persona. 

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