Llueve
entre los pinos,
sobre el silencio.
Algunas gotas
atraviesan
la plegaria de los brotes
y ahuecan la tierra.
Llueve
y es un paisaje inquieto.
Ráfagas de viento
agitan las ramas.
Llueve así
y no será
una lluvia eterna
como tampoco
las voces
que despiertan
entre nosotros.
Pero se agradece
el aroma que penetra
en lo más profundo
de nuestra alma.
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