Los nuevos esclavos
son obedientes,
y eficientes
para calcular, decir, comprar.
Para apartar rápidamente
sus manos
de lo que no deben tocar,
para esperar pacientemente
las órdenes
aunque lo que en realidad
quieran sea gritar.
Pero gritan hacia dentro
y se sienten satisfechos
si les sonríen
aunque los engañen,
aunque los exploten.
Y ríen las gracias
de los que les dan órdenes,
a veces desesperan
pero sin que se les note
demasiado por si acaso.
Y al acabar el día
los nuevos esclavos
lentamente o con prisa
vuelven a sus casas
donde algunos sí que gritan
porque creen estar
por encima de la persona
con la que conviven.
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