Si supiéramos
que existe un camino
que une todo esto
con la misma certeza natural
con la que un hueso
se une a otro hueso.
Si hubiera, mejor aún,
un solo camino posible,
ya lo hubiéramos encontrado.
Pero los mapas
no son como los cuerpos
ni las voluntades
son como los huesos:
dan vueltas, se enredan,
se pierden,
emergen de nuevo
más allá de donde deben.
Los lugares por los que
vamos pasando
no nos llevan a nuestro destino
como las venas,
que tarde o temprano
van a dar al corazón:
dudan y toman decisiones,
se arrepienten,
amanecen de pronto
donde no esperaban.
Sólo se parecen
a los cuerpos
en que ambos tienen sombra:
una que se va deformando
según caminamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario