Después de la mudanza
me cuesta reconocer
los rincones de una casa
que aún no he conseguido
hacer del todo mía,
pero lo intento:
Cuelgan de ellos flores invisibles
que nunca había mirado,
flores negras como
el dolor de un astro
o como la memoria malherida
que asesina el presente.
El olvido cobra la forma infecta
de un acordeón abandonado,
de alguna habitación vacía
donde no alcanzan
los rayos de la luna.
Las paredes confiesan
que me han visto llorar
y una niña, muy lejos,
siempre viene a mi mente
al acostarme.
Todo es silencio ahora.
La soledad
cuelga de las paredes
como un astro invisible,
pero tan cierto
como que mañana
todo volverá a repetirse.
2 comentarios:
Quizás todo no vuelva a repetirse. Es la única parte en la que no puedo estar de acuerdo.
Seguramente llegará ese momento en que no se repetirá, pero hay que darle tiempo al tiempo. Una catedral igual tardó dos siglos en construirse, una vida nueva se levanta más rápido. Pero el poema trata de reflejar lo que se siente en un momento muy concreto: la primera fase de ese proceso de cambio.
Publicar un comentario