Es la noche de San Juan
y voy a prenderle fuego
a todos los recuerdos
que tengan que ver contigo.
Así que no,
no será ese fuego nuestro
que nos calentaba las manos
en las tardes eternas
ni tampoco ese
que nos prendió el cuerpo
en los meses del frío.
No será el fuego
en el que ardimos juntos
como los deseos en papel
ni aquel que marcó
una vez nuestra vida
y ahora escondo en mi espalda
para no ver la cicatriz.
De ese fuego ya no queda
absolutamente nada,
si acaso unas cenizas frías
que jamás tendrán nombre,
polvo que me ensucia
las manos secas,
el dolor de las manos
sumergidas en agua helada.
Voy a prenderle fuego
a todos los recuerdos
que tengan que ver contigo
en este infierno
de llamas congeladas
solo para ver si te consumes
y olvido todo lo tuyo
de una vez por todas.
No es una fiesta,
no se celebra nada,
es un íntimo momento
que me parece necesario
para que todo acabe aquí,
en los restos de este último
poema que te dedico
y que todo empiece a cambiar
definitivamente
cuando me despierte mañana
liberado de las ataduras
a un pasado que ya no existe.
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