sábado, 15 de junio de 2024

OPINIÓN: ALVISE Y DOS MÁS


Andaba yo aburrido de tantas elecciones, una detrás de otra, y sin novedades a destacar entre la fauna política que nos vemos obligamos a soportar, cuando de repente me encuentro hasta en la sopa con un tal Alvise. Se me desataron todas las alarmas, ¿Quién es este tipo? Pues nada, lo de siempre en los últimos tiempos, un jeta de mucho cuidado que ha alcanzado su minuto de gloria soltando bulos y mentiras a mansalva sobre todo lo que se le ocurre, que encima va de radical de extrema derecha cuando lo único que pretende es ser elegido para tener inmunidad por si la justicia le trinca por las movidas que monta. ¿Quién vota a alguien así? 

Pues, aparte del que lo hace por simple despiste y sin tener idea de a quién está votando, el alviser tipo es ese tío que está hasta el nardo de los políticos, todos corruptos. De los inmigrantes, todos sospechosos, cuando no delincuentes. Y de las feministas, todas locas del coño, enemigas de los hombres, que han logrado que, para follar, haya que firmar un contrato ante notario. Ese que demoniza toda ayuda pública, digo paguita, a todo colectivo, persona física, jurídica, animal o cosa, salvo si le beneficia a él mismo. y que presume de saber cosas que tú no sabes y que no verás en los medios. Pues sí. Resulta que más de 800.000 españoles en plena posesión de sus facultades mentales han decidido trolear al sistema votando a un sujeto que admite que se presenta para que el aforamiento le libre de ser juzgado por crear y difundir bulos y cuyo programa consiste en deportar migrantes, recortar derechos y meter en la cárcel a todo okupa de lo que consideran su cortijo, empezando por el presidente del Gobierno. Sí, soy consciente. El votante de Alvise se parece al de Vox como a un gemelo univitelino. Pero, quizá porque aún no han tocado poder, tienen aún menos pudor en exhibir su ultraderechismo. No deja de tener guasa que el partido autodenominado Se Acabó La Fiesta celebrara su pelotazo electoral en la discoteca Kapital de Madrid, paraíso de los reservados, los pases VIP y el canipijismo de quiero y no puedo. Ahí estaba el Pequeño Nicolás, que, otra cosa no, pero sabe a quién arrimarse. Son una caricatura, de acuerdo. Pero ciertas caricaturas dan más miedo que risa.

No hay comentarios: