Quien dijo que de niño
supe de duendes, miente,
no sabe ni siquiera
lo que pasaba por mi mente.
Es falso que tuviese
miedo a la oscuridad
y en la noche escuchara
a las campanas doblar.
Primera juventud,
inquietudes, ilusiones
los amigos, la política,
sentimientos a montones.
Una chica que despierta
algo nunca imaginado,
sorprendente por lo bello,
lo mejor que me ha pasado.
Y llegó el primer beso
estrenando un nuevo año,
nunca había imaginado
que pudiera temblar tanto.
Luego la vida te lleva
por derroteros extraños
alternando alegrías
con algún que otro daño.
No quise ser torero,
militar ni abogado.
Y, como nada quise,
en nada me he quedado.
Al fin, frente a mi sueño,
las ruinas, los escombros
nunca más me dejaron
alzar firmes los hombros.
Pero tengo la alegría
del mejor de los legados:
dos hijas y una nieta,
me considero afortunado.
Ahora ya no espero,
y casi no creo en nada
que no sea esa oscura ave
que ha de venir al alba.
Y, cuando yo me aleje
por la esquina del tiempo,
seguro que habrá un mirlo
despidiéndome en silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario