jueves, 9 de mayo de 2024

REFLEXIÓN: ESE GESTO DE HACER ALGO


Pienso en quienes ponen rosas y quienes pasan algunas noches al raso o en tiendas de campaña. En quienes se quedan en su sitio porque han decidido resistir. En quienes llevan folios en blanco conscientes de que la historia es una corriente inabordable que no se va a alterar ni se va a inmutar por minucias de la gente corriente que echa a perder su tiempo. Pienso en quienes, queriendo ir un poco más allá, le ponen letra a esos carteles e incluso prueban con algún lema o alguna rima. Ellos conocen, como los demás, que su pequeño gesto no bastará y lo más probable es que los folios y las rosas y las pancartas acaben por alimentar la fatigosa rutina de la melancolía.

Pienso, en fin, en que todo esto que escribo todo el mundo lo conoce porque es la historia de la humanidad y, pese a ello, aún existe un impulso que pelea contra esa inercia. Quizá sea por inconsciencia o rebeldía. Quizá sea por un sentido del deber, que te empuja a hacer algo aunque creas —aunque sepas— que no vaya a servir de nada. Es el impulso lo que vale: el impulso del que nadie se acordará. Pero a veces las cosas no se hacen por la memoria. Ni siquiera se hacen por los demás. Se hacen, precisamente, cuando no se puede hacer mucho más o nada más y lo que te queda es una rosa o un folio en blanco o, por lo menos, un tuit.


Quién sabe si la valentía de preservar los gestos que no sirven de nada sea la única forma de decirnos que aún hay algo que podemos hacer. Aunque sea sobre algo que ocurra lejos. Aunque eso que condenamos sea algo inevitable. Se protesta porque es lo único que nos queda y porque la solidaridad es un valor que debemos proteger. Y lo hacemos a pesar de que siempre haya voces autoconvencidas de estar autorizadas para hacerlo, que degradan las razones de esa protesta hasta límites intolerables. El último ejemplo lo tenemos en la reacción de las autoridades madrileñas ante las acampadas estudiantiles contra lo que está ocurriendo en Gaza. Cuesta entender que haya un cúmulo tan grande de bajeza moral en algunos profesionales de la política. 

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