jueves, 9 de mayo de 2024

POESÍA: SALMO


A todas mis neuronas

desleales

a la pena de siempre

y sus aburridos ministros

a mi vieja culpa

con su sonrisa de jóker

a la hiena que me patrulla

el intestino.

A ustedes,

íntimas alimañas

que me siguen

desde hace años

en la cama, en la calle,

en el mercado.

A ustedes

que me esperan puntuales

al otro lado del sol

y la alegría

y me lanzan

el buitre de la angustia

cuando menos me lo espero.

Quiero deciles algo:


El poema es mi pastor,

nada me falta. 

No podrán atraparme

nunca más

ni siquiera

las mañanas de dolores

en el cuerpo o en el alma, 

ni en los hospitales

de lágrimas

ni en los tanatorios

de Júpiter.


Dragones de mi infancia

en zapatillas

aunque vuelen

verdes y ligeros

y se posen como

sórdidos abejejorros

en los ojos de la gente

que más quiero.

No podrán atraparme

porque yo soy más rápido

y tengo guardada

en el bolsillo

toda la tierra prometida.


El poema es mi pastor,

nada me falta.

Él separa las aguas

de mi pecho

y multiplica los planes

y los meses.

Él me lleva

a fuentes tranquilas

donde la hierba

de mi alma reverdece

y lentamente se levanta

una oveja blanca

en mi cerebro.


Bienaventurados

los pobres

porque ellos verán a Dios.

Felices los infelices

porque el reino de los cielos

está en la poesía

y por lo sencillo que es

llegar hasta ella. 

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