Creo en los abrazos
que obligan al cuerpo
a expresarse
en todo su esplendor.
Que cimientan la vida,
la risa, el placer
y la insolencia.
Creo en los abrazos
que reafirman la amistad,
también en los que
celebran un encuentro,
desnudan la vergüenza
y nos ayudan a superar
la aprensión y la hostilidad
hacia el desconocido.
Y, sobre todo,
creo en los abrazos
que ayudan a sellar la paz.
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