Criminalizando a los estudiantes de las acampadas, gente de la calaña de Ayuso y compañía, les acusan de repartir estrellas de David como si fueran nazis, de apoyar a Hamás y atacar a los judíos. Como si estos fuesen un ente único encarnado en Netanyahu y las acciones de su gobierno. Como si los matices no existieran y fuese incompatible condenar a Hamás y las gravísimas violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional de Israel. Haciendo los coros a la nefasta figura de la presidenta madrileña, Vox y la corte tuitera antiprogre se lanzaron con estúpido frenesí a coordinar voto y dejarse los dineros en SMS a favor de la representante israelí en el Festival de Eurovisión. ¡Cuanta frivolidad irresponsable despreciar los muertos ajenos en clave interna! Y no digamos en que miles de niños muertos no estropeen tu batalla cultural, tu visión sesgada de las cosas, tus ganas de sembrar odio contra unos jóvenes que mantienen actos de protesta pacíficos y de una solidaridad ejemplar. Si la ira de los jóvenes pacifistas desbordara las aulas y llenara las plazas; si prendiera y se contagiara su rebelión frente a esa masacre, al final Israel, tendría que dar esta guerra por perdida. Y esa es la premisa fundamental para conseguir la paz.
Ojalá Ayuso y compañía tomasen ejemplo de nuestros estudiantes y dejasen de desafinar en el concierto de nuestra democracia. Sería también un paso de gigante en favor de la convivencia para nuestro país.
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