Por el efecto del viento,
caen de ese árbol
unas hojas pequeñas
y amarillas.
Están llenas de luz,
como si el sol quisiera
recibirse en mis manos
cuando las acaricio.
Y al instante se desatan
los interrogantes:
¿Qué vemos cuando vemos?
¿Y al mirar quiénes somos?
Sé muy bien que el corazón
contiene la certeza
que aniquila
con su golpe de fe
el mundo y sus preguntas.
Acaricio mi suerte,
estas hojas pequeñas.
Y es como si me jugase
la vida en esta mano.
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