A ratos parece que se ha ido la luz, que la nevera se está descongelando y que empiezan a descomponerse todas las viandas que habíamos comprado para una fiesta. La famosa fiesta de la democracia. Todo esto no ocurre de repente, la instalación ya estaba tocada desde hace unos años, pero la avería ha puesto el turbo. Y como, a diferencia de una fiesta de amigos, esta no se puede cancelar, conviene avisarles del estado de los platos que nos disponemos a servir.
El más evidente es la plataforma Sumar, un híbrido que no solo no ha logrado consolidarse, sino que va sufriendo dentelladas galopantes. A la ruptura del grupo parlamentario y el pinchazo en Galicia se suma ahora que han sido los Comunes (miembros de Sumar) quienes han vetado el presupuesto que ha reventado la legislatura en Cataluña y que, de rebote, zarandea la de Pedro Sánchez.
El propio Gobierno de España está acosado por la autocombustión de Sumar, por la debilidad de su alianza con sus socios catalanes y por el caso Koldo, que ha provocado la fuga del diputado Ábalos al Grupo Mixto y que impondrá un desfile de altos cargos a las comisiones de investigación. Los presupuestos de 2024 ya han salido definitivamente del menú de la fiesta y es difícil encontrar en él ingredientes de gobernabilidad.
Y si el Gobierno no está en su mejor condición, tampoco en la oposición encontramos recursos para levantar el nivel. Los pactos de Alberto Núñez Feijóo con la ultraderecha, sus vaivenes en torno a la amnistía y su negativa a renovar el CGPJ son cacahuetes húmedos para empezar a recibir invitados. Lo siguiente tampoco da para un plato principal. Y es que la verdad es la otra víctima de esta avería. El PP nos ha recordado esta semana que sigue secuestrado por los bulos que Aznar puso en marcha el 11-M y por los que aún no ha pedido perdón. Su Gobierno mintió, engañó, impidió la unidad democrática necesaria ante el terrorismo y esa herencia es ahora recogida por la presidenta Díaz Ayuso, que acusa a “todos los poderes del Estado” de una nueva conspiración para destruirla mientras su novio, en realidad, ya había admitido sus delitos. Podríamos decir que está imitando a Donald Trump, pero no. A quien está imitando es al PP. A esa parodia de líder que fue Aznar. En esto fuimos tristemente precursores.
Aunque, mire usted por donde, igual lo que se está descomponiendo no son las viandas, sino los que organizan la fiesta. El hedor se ha vuelto ya insoportable.
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