Mirar dónde pones el pie es el principio de toda sabiduría. La verdadera catástrofe no es la que anuncian los agoreros, sino la de un resbalón en la ducha que puede llevar a tu cabeza a darse un golpe del que no podrás recuperarte, de ahí que sea importante saber dónde se pisa. Por otra parte, poco importa que un país se rompa o no si al final la crispación política te rompe el diafragma, te llena de acidez el estómago por verte obligado a asistir a ese espectáculo en que cada bando político se disputa como un trofeo la soga del ahorcado. Una buena digestión es un derecho constitucional y debe ir acompañada con el recuerdo de cosas agradables. Es lógico el placer de recordar lo mejor de lo que uno ha dejado atrás, aquellos amigos, aquellos veranos, aquellos viajes. En cuanto al futuro, mi único propósito para el año 2024 es el de fijarme bien dónde pondré los pies, más que nada para no tener que pisar alguna de esas mierdas que nos caen del cielo, sea ek político o no. Y desde luego, no permitir que nadie me pise, con esas dos cuestiones me basta.
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