A veces nuestras
manos se evaporan,
también la ceremonia
de la mesa,
ropas abandonadas,
retratos de familia,
se evaporan las formas,
los huesos y las sábanas,
una casa tras otra,
cada sombra en su materia,
la calle entera se evapora
y no quedan nombres
en los buzones
o un balcón suspendido
en su vigilia,
una voz que recuerde
que hubo vida,
se evapora la ciudad
como un soplo,
tan frágil fortaleza sostenía,
las islas sin remedio
se evaporan,
el cuerpo donde habitas,
los silencios quebrados
con que escribes,
las palabras que no dijiste
y que perdieron
la oportunidad
de ser pronunciadas.
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