martes, 16 de enero de 2024

POESÍA: CRUELDAD INFINITA


Del pollito la trituradora

que los hace pedazos 

a miles mientras aún viven, 

la uña rota de la vaca

que nunca conocerá

los verdes prados, 

el ojo sideral 

e hipnótico del gato

que aún arrastra

una maldición de siglos, 

la lengua roja

y llameante del galgo,

la crin y el olor del burro

reventado de tanta carga. 

Andan en mis versos 

necesitados de cordura,

trastocan las consonantes

de la asfixia,

me enardecen

con ferocidad atragantada.

La lengua del galgo

se incendia ante mis ojos,

arde el pelo del caballo

en las estrellas

y en los cuernos del toro

flamean teas

que me queman el alma.

Hermosos animales

que me aman y me hieren,

pues mi herida tiene

el tamaño de su muerte.

El galgo ahorcado

en el dintel, abre la boca

al torrente sombrío

de crisantemos

que teje el invierno 

con hilos de seda.

Oscila, siente frío, tirita,

arquea el espinazo

a la caricia, asombrado

ante su propio silencio.

Mudo espera las patas

del insecto laborioso,

los pasos del dueño

que decidió matarlo,

la respuesta

en el vértigo del viento.

El caballo golpea

la tierra con sus cascos,

como lo haría un martillo 

sobre el yunque;

húmedo el belfo

y la piel mojada,

la noche vierte estrellas 

sobre sus crines. 

Braman los becerros 

en el corral

su bronco mugido,

de desafío y requiebro;

hay rastrales 

de pezuñas en el suelo,

huellas de nocturnas peleas. 

El infierno de Dante

se recrea diariamente 

en la granja porcina, 

aunque traspasando

de largo cualquier límite

sobre la capacidad sufrimiento

que puede soportar

un ser... ¿vivo?, 

los bramidos que se escuchan

anuncian la aurora y asustan

porque la noche

agiganta las pesadillas.

¿Cómo es posible

que seamos capaces

de idear tanta maldad

para con los animales? 

No hay comentarios: