Para ellos, el mundo
sigue siendo inmenso
pues saben remontarse
sobre lo que les limita.
Pero no desprecian
la más próximo,
el universo siempre
inquietante
de una brizna.
No son ciegos
como el viento
y pueden detenerse
a voluntad.
En sus nidos conservan
esa mirada inacabable
y al posarse en las cosas,
en las cosas cercanas,
descubren en cada una
un paisaje
a vuelo de pájaro.
Desde los cielos
la materia
es más inaccesible.
Desde los cielos
sueñan con volar
entre las entrañas
de la tierra.
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