Recuerdo a mi abuelo
dueño del camino
del aire y del sol
y del eco de sus pasos
a solas con su sombra.
Extensión de la tierra
que tanto amaba,
ángel de los campos
y de los caminos verdes.
Otra vez vivo
como esa flor
llena de perfume
que en su tallo advierte
las recobradas
y verdes manos
de un hombre de campo
que respeta y se desvive
por lo que cuida y cultiva.
Recuerdo a mi abuelo
ahí en los campos
y en un aire
y en un sueño
y en todo lo que tiene
textura para el alma,
ahí donde lo escrito
es poderoso
y sabiamente crece
más allá de las
manos del que escribe,
como un bello acuerdo
entre la luz y el poema.
Recuerdo a mi abuelo
sobre la piedra
menos cansada
y acompañado
de su inseparable gato,
como un hombre puro
con su ironía a cuestas
y su perdurable gozo:
Miro cómo se guarda
este sol y este día
en lo blanco de su alma,
y cómo sella toda ternura
en los establos
callados de la noche,
donde los animales
secretamente
enamorados del aire,
reconocen en su mirada
a quien conoce ya el fondo
de todos los paisajes.
Recuerdo a mi abuelo
y su tristeza
cuando el verano acababa
y en nuestra despedida
susurraba siempre
en mis oídos aquella frase
que guardo con amor
como uno de mis tesoros
más preciados:
Ya se va
la alegría de mi casa,
espero llegar a navidades
para volver a abrazarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario