Camino cada día
mi sendero,
porque esa es
mi opción de vida.
Da igual que llueva,
que haga sol,
camino ya sin prisas
para entender sobre todo
mis pasos hasta aquí.
Atrás dejé las ambiciones
de aquella juventud
—puñal, veneno—
entre la tinta
de las frases sin amor.
La vanagloria
es mala compañía.
Al fin ignoro las luchas
por la riqueza, por la fama.
Me basta si, a la noche,
he aprendido
una sola cosa más.
Camino siempre,
con la lluvia y el sol.
Y admiro a quien
la muerte encuentra
con las manos vacías,
sin otra posesión
que la humildad
de las preguntas
y la inteligencia
militante de la duda.
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