Algunos sueñan
con un barco militar
cortando el horizonte
como el skyline
de una isla siniestra,
un islote de amenaza
contra la inmigración
más desesperada.
Seguro que su consigna
sería terrible y agresiva:
“Destructor general”
“Interceptor marino”
“Patrulla de la patria”.
Yo solo imagino
a cien migrantes
vagando en una
cáscara de nuez
temblando
ante esa isla de metal
y me da miedo.
Miedo por ellos,
víctimas en el lugar
de donde salieron
y también a donde
intentan llegar,
lecho inerte de este mar.
Miedo a una manera
radicalmente excluyente
de entender la vida,
miedo porque
no podría hacer
nada por ellos
ni por parar el barco,
ni por convencer
a quien así piensa
de lo equivocado que está.
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