En serio,
no te asustes.
La vida puede
ser un verano.
No existen madrugadas
que puedan
romperte la piel.
Ni estacas salvajes
clavadas en la boca
de un niño.
No hay por qué
alarmarse,
todo daño es mentira.
Así que no te despeines,
no cojas altura,
y sigue durmiendo
al resguardo del placer
que procuran
los ojos vendados.
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