martes, 25 de abril de 2023

REFLEXIÓN: 25 DE ABRIL


Revolución es nombre de mujer. También lo es Celeste y así se llamaba una camarera que caminaba por las calles de Lisboa tal día como hoy hace 49 años. El dueño del restaurante donde trabajaba le había encargado que comprara varios ramos de claveles para decorar el local. Lo que Celeste no sospechaba es que esa mañana iba a encontrar el restaurante cerrado. El ejército portugués, junto a gran parte del Pueblo, se había echado a la calle de forma pacífica para tumbar al gobierno de Salazar, la dictadura más longeva de Europa.

De vuelta a casa, Celeste contemplaba el paso festivo de los vehículos militares, tan pacífico que incluso los tanques se detenían en los semáforos para dejar paso a los coches particulares.

Un soldado le hizo señas a Celeste llevándose dos dedos a la boca, pidiéndole un cigarrillo. Como ella no fumaba e iba aún cargada con los ramos de flores, le entregó un clavel. El soldado lo aceptó sonriendo y lo colocó en la boca de su fusil. Su compañero le pidió otro clavel e hizo lo mismo. Y otro. Y otro.

La gente, al verlo, comenzó a buscar floristerías cercanas.

Y así fue, dicen, como aquella mañana del 25 de abril de 1974 los militares y el Pueblo recorrieron las calles de Lisboa en una extraña simbiosis mientras el Presidente y sus ministros huían en un avión rumbo a Brasil.

La magia sucede, a veces, cuando las únicas bocas que callan son las de los fusiles. Yo tenía 17 años y supe que algo grande estaba pasando en Lisboa cuando leí los titulares de los diarios de por aquí, muy cabreados porque la embajada española había sido asaltada. Fue el primer acontecimiento político que celebré con ganas. La hice tan mía que aún me emociono profundamente al recordarlo. 

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