Ven a vivir en las redes,
aquí todos te entendemos,
nos identificamos,
nos hacemos fotos,
nos pintamos de colores,
nos reímos con vídeos de gatos,
recordamos fallecimientos,
celebramos cumpleaños,
compartimos estados.
Es el mejor sitio para ocultarse.
Ven. Por un momento,
no serás ese que anda solo
que no tiene a quien besar
o coger de la mano,
no serás la mancha en la acera,
el cerco en la camisa de estreno,
esa película de sesión continua
proyectada en las paredes
de salas de espera.
Esta es tu farmacia,
tu confesionario,
tu plaza del pueblo.
Este es tu taller,
venimos a repararnos.
Ven, te enciendo,
al levantarme
es lo primero que hago,
comprobar si soy válido,
si se acuerdan de que existo,
si merezco la pena,
la mezcla de ingenio
y buenos sentimientos,
una rotura reparada
el siete remendado
en el tapiz del escritorio,
la ruina encalada,
el agujero tapado con cemento
de folio blanco.
Ven aquí, es viernes, no te vayas
a esas montañas, a esas playas,
no tienen nada.
No vayas a pasear entre árboles,
a coger transportes
y estropear el medio ambiente.
Este es tu medio,
siempre hay alguien
haciendo guardia,
la compañía que no
te cobra el traslado,
no vayas a conocer gente
de carne y hueso,
son falsos, te fallarán
tarde o temprano
y tú tampoco serás
una excepción.
Aquí, si no nos gustamos,
nos bloqueamos,
nos eliminamos,
podemos andar desnudos
y merendar mientras hablamos,
podemos indignarnos,
ser solidarios,
navegar escribiendo
el cuaderno de bitácora
de los capitanes sin barco.
Toma, aquí tienes
un ratón y un teclado,
anda, llega a ochocientos amigos,
publica, eres escritor,
poeta, entendido en algo,
salta de muro en muro,
habla en privado un rato,
abre tu corazón computerizado.
Ven. Aunque algunos
solo finjan que les gustas,
hazte la ilusión
de sentirte acompañado.
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