No se culpe al que camina
sobre las piedras frías,
los pies desnudos,
los ojos cerrados;
esta es una edad
anterior a la inocencia,
incluso al ligero polvillo
del azafrán en el aire;
la pregunta es cómo dormir
si el relámpago,
al fondo, acrece
como acrece
la cólera de los insomnes;
la pregunta es por el juicio
a lo sombrío,
por el asilo de lo fugaz,
por la piel que tirita
mientras todos se ausentan
incluso aquel que creyó oír
en pleno desierto la obertura
de una ópera marina;
pasan las nubes
por la estrecha ventana
y no hallan reposo
los que buscan
oro en la estearina,
amor en un ademán fosfórico;
la pregunta es
por la llave maestra,
por el penúltimo desgarro,
por el que se resbala
y cae y se lastima.
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