No es morir
lo que nos duele tanto
sino la vida,
que nos hiere más.
Pero la muerte
es un misterio
oculto tras la puerta:
la costumbre
del sur del pájaro,
que antes
de que llegue el frío
emigra a una mejor latitud.
Nosotros somos
los pájaros que se quedan:
Ateridos gorriones
que frente al cobertizo
del granjero
mendigan desastrados
sus esquivas migajas
hasta que piadosísimo
el frío convence
a alas y plumas
para emprender el viaje.
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