Ya nadie se acuerda
del futuro
pero el futuro se detiene
en la herida
que cronifica el tiempo
lo tiñe de penitencia
lo disfraza de locura
de grito atrapado
en las grietas de la historia.
Pero los monstruos
son reales
y van ganando la batalla
con la complicidad
del silencio
institucional del frío
y así van creando
la realidad que les beneficia.
Su palabra es la ley
y en silencio
calculan la cuenta
de resultados
con mapas ciegos
para tatuar
con una sonrisa
la irresponsabilidad asocial
políticamente incorrecta
del capital inhumano.
En la estadística
de las excusas
los peones
son prescindibles
un sacrificio necesario
para elegir tras la batalla
el nudo de la sangre
en las venas
para remar en el desierto
y postergar la síntesis
del pan, vivir sin aire
o la agonía.
¿Cuanto vale una vida?
¿O dos o tres
o cuatro o cinco?
¿Cuanto cuestan?
A cuánto se paga
el desahucio del trabajo
o de la vivienda
¿al peso?
¿a la plusvalía al cuadrado?
¿Cuánto?
La vida no tiene precio
el dinero no tiene patria
los gerentes
y dirigentes políticos
no tienen vergüenza:
los amos del cotarro deciden
y el precio
no lo ponen los ciudadanos
se limitan a pagarlo.
2 comentarios:
Cuando el futuro se va deteniendo, las heridas vierten recuerdos de nostalgias. El mundo cada vez se alimenta de monstruos de gobiernos capitalistas. Les importa un bledo la angustia de un pueblo hambreado y encarcelado por la supremacía de la mentira y el engaño.
De gran justicia tu poema que habla de la realidad del mundo, en especial de mi país Ec.
Tengas una buena semana. Abrazo lleno de esperanza.
Las injusticias se repiten de país a país, el avance social parece desesperadamente lento... Pero ese transcurrir temporal no deberíamos medirlo de la misma manera que los demás. Para transformar las cosas es necesario tener claro dos cuestiones: paciencia y visión de futuro. Trabajamos para nosotros y para los que nos sucedan. Desde esa perspectiva, abrazo y esperanza es el mejor alimento que podamos imaginar.
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