Lo que hemos hecho mal
es no haber hecho nada,
no preocuparnos,
no comprometernos,
no vincularnos,
no luchar contra quienes
nos hacían la guerra.
Haber sido complacientes,
resignados, indiferentes
al dolor de los otros.
Creíamos que el mal
que hemos hecho
por acción y omisión
no nos alcanzaría.
Pero siempre llega.
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