Después de ver el capítulo siete, me reafirmo en que The Last of Us se está convirtiendo en la mejor serie que he visto últimamente. Ahora que conocemos la historia de los dos protagonistas, el dolor que arrastran en su interior, sabemos que ni es una serie sobre zombies, ni sobre dos personas unidas casualmente que recorren un país destrozado socialmente por una pandemia. Son en realidad dos seres humanos a los que una vida terrible les une para realizar juntos un viaje interior que les libere del trauma que cada uno arrastra y que les impide ser ellos mismos. Si no se entiende esa premisa esencial, no entenderemos como espectadores lo que estamos viendo. Porque ese vínculo no para de crecer, a pesar incluso de la resistencia de los propios protagonistas y culmina al final de este fantástico capítulo en el que no se está cosiendo una herida, sino que ese es el hilo que unirá para siempre a un hombre que ha perdido a una hija con una adolescente que nunca ha tenido una familia.
Pero es que la serie es mucho más, porque en cada capítulo los guionistas son capaces de seguir desarrollando la historia principal, al mismo tiempo que nos presentan otra que tiene un principio y un final muy concretos y donde aparecen personajes que no dejan de fascinar y que suelen tener un final trágico. Mención especial se lleva el episodio tres, que nos muestra una inesperada historia de amor hermosísima. Por eso hay que sentarse a ver la serie con la mente abierta para dejarse sorprender. Y para acabar, es imposible no hacer mención a las pedazos de interpretaciones que se nos muestran. De todos y todas, protagonistas y secundarios. Van siete capítulos y hay unos cuantos que si por mi fuera ya son candidatos directos a llevarse todo tipo de premios.
Por cierto, acabo de leer que hay confirmada una segunda temporada. Si el nivel no pega ningún bajón, vamos a disfrutar de esto durante bastante tiempo. Y si aún no han visto la serie... ¿Qué están esperando para hacerlo?
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