Es solo si lo permites,
si así fuera
te presto mi garganta
para que resurjas,
te presto el agua
cuando estés sedienta.
El correr de los ríos,
el delta de las fuentes,
el oxígeno exótico
en las selvas.
Y cuando vuelvas
a gritar tu nombre,
a gritar claro quién eres
—yo soy, yo existo,
brillo, luzco—,
y tu cabello sea
los rayos de otro sol
que se despliega,
y cuando tu voz baile
la música de la corriente,
y cuando se le unan
todas las voces
—hermana, yo te creo,
hermana, no estás sola—,
y cuando emerjas
de un silencio antiguo
y sacudas el agua
de tus alas,
entonces, solo entonces
y si me lo permites,
yo seré, existiré,
brillaré, bailaré, gritaré,
iluminaré, descompondré,
quemaré el miedo para ti,
aniquilaré la mano
que te asfixia.
Porque se trata de hacer
todo eso a tu lado
para que resurjas
y el miedo sea, al fin,
como un espectro
hecho de aire y de nada.
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